El fin del dinero, ¿Un reto a superar?

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Hoy en día no podemos vivir sin estar conectados, y no tan solo en nuestro trabajo y en nuestra casa, sino que hasta en la calle. El Smartphone se ha vuelto imprescindible, se han ido sumando un cumulo de aplicaciones que a través de la sociedad de la información nos facilita nuestra vida y nuestro trabajo. Se ha convertido en pocos años en una herramienta imprescindible, en la actualidad sería imposible poder vivir sin estar conectados a internet, y desgraciadamente en esta última temporada así lo hemos visto, porque como consecuencia de esta pandemia sanitaria, se han modificado costumbres.

Unas costumbres que venían de tiempo atrás, y que posiblemente están a las puertas de su desaparición.

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En muchos casos, el teletrabajo ha superado a la oficina presencial, las reuniones en las clásicas salas de reunión se han sustituido por programas que facilitan las videoconferencias, y por último el dinero en efectivo casi no se utiliza en pro de las tarjetas de crédito/débito, pago NFC vía móvil, el código QR o las superapps en Asia.

La disminución en el uso del dinero efectivo, en primer lugar limitado por temas fiscales, solo se permite pagar hasta 2.500€ en efectivo, y ahora en última instancia para que las personas puedan evitar el contacto físico durante la pandemia de coronavirus, está llevando hacia una creciente popularidad de las plataformas de pago digital. Hasta y todo El Grupo Parlamentario Socialista ha registrado en el Congreso de los Diputados una propuesta que solicita “la eliminación gradual de los pagos en efectivo, con el objetivo de su desaparición definitiva”.

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El caso más revelador es la gran economía China, un país que comenzará a probar pagos en su nueva moneda digital en cuatro de las ciudades más importantes: Shenzhen, Suzhou, Chengdu, así como en una nueva área al sur de Beijing, Xiong’an, y diversas áreas que albergarán parte de los eventos para los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing 2022.

En los últimos meses, el banco central de China ha intensificado el desarrollo del e-RMB, que se convertirá en la primera moneda digital operada por una gran economía. Además parece ser que existe toda una estrategia cuyo objetivo es eliminar el dinero efectivo para reemplazarlo por monedas digitales.

Para tener una idea, existe una asociación de gobiernos y de organizaciones internacionales con sede en las Naciones Unidas, llamada Better Than Cash Alliance, cuyo finalidad es acelerar la transición del dinero efectivo hacia los pagos digitales y de esta forma poder avanzar en los ideales del desarrollo sostenible.

Una consideración que les lleva a pensar que los pagos digitales pueden mejorar nuestras vidas e impulsar un crecimiento inclusivo.

Un concepto que supone la igualdad de oportunidades durante el crecimiento económico de los países más pobres, y lógicamente las entidades bancarias de esta forma, no pierden el tren de los pagos digitales, manteniendo un control y una intermediación dineraria de las transacciones aunque sea en formato digital.

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El sistema principalmente provocaba un ahorro de costes, y como consecuencia de la transparencia de la cadena, dotaba de la garantía del origen y del seguimiento de cualquier tipo de transacción. La descentralización de los pagos, al no existir intermediarios, así como la confianza de la cadena de bloques.

Pensemos que las primeras acuñaciones de las monedas de dinero aparecieron de una forma consolidada alrededor de los siglos V al VII A.C.

Un sistema novedoso, en aquel entonces, que de forma muy importante modificaba el trueque de las diversas transacciones entre las personas.

Ya Aristóteles hacia el 350 A.C. definía el dinero de una forma conceptualmente muy clara. Entendía que cualquier objeto sujeto a intercambio o trueque, disponía de dos características diferenciadas y complementarias. Una primera que determinaba que cada objeto tiene su valor para lo cual ha sido diseñado, es decir su valor funcional por sí mismo. Y otro no menos importante, el de entender los objetos como un producto a vender o cambiar. Es en este último aspecto que se hacía necesario establecer una concepción dineraria del mismo. Con la consideración de que el sistema obligó y se vio en la necesidad de establecer un intermediario “estado” que autentificaba y garantizaba su emisión y también su control. Y esto ha sido así hasta nuestros días.

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Sin embargo, han surgido nuevas formas de entender las relaciones entre las personas. Internet lo ha hecho posible, Y una de ellas será la descentralización del dinero, es decir internet del valor. Estamos viviendo el principio de una nueva época, de una nueva revolución, el dinero entendido como lo utilizamos normalmente, dejará de ser moneda de cambio de los diferentes países, y posiblemente como el caso de China, pasará a ser una moneda virtual registrada al alcance de todos. Cuidando siempre de la privacidad, un supuesto que va a hacer que las entidades bancarias se vean obligadas a redefinirse, y esto comportará un cambio en los hábitos que a medio plazo va a transformar nuestras vidas.

Jaime de Oleza
Arquitecto
07.01.2021

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